La sexualidad y el eczema

La sexualidad y el eczema

La sexualidad y el eczema

El estudio ECLA (Eczema Cohorte Longitudinal Adultos)* realizado por la Asociación Francesa del Eczema revela que el eczema perturba la vida sexual del 70% de los pacientes y reduce la libido de tres cuartas partes de ellos.

El dolor de las lesiones, la forma de ver nuestra piel y la carga de los cuidados asociados al eczema pueden suponer un obstáculo para vivir una sexualidad plena. Sin embargo, es uno de los pilares del bienestar personal.

La sexualidad suele pasarse por alto en las consultas médicas porque forma parte de la intimidad y es un tema en torno al cual existen ciertos tabús. Con todo, puede contribuir al bienestar de una persona.

La libido se ve afectada por el contexto de nuestra vida. El cuerpo destina su energía a lo que más la necesita: nuestros órganos vitales. Así que la libido es algo así como una casilla “Bonus”, como explican en su cómic online Hannah Livage, osteópata, y Chloe Romengas, ilustradora de obras de divulgación sobre salud.

Así que a veces es natural que las personas con eczema no quieran tener relaciones sexuales. La carga mental del eczema, su impacto en nuestro de sueño y nivel de energía, las molestias de las lesiones, el dolor o la imagen de uno mismo pueden afectar a la libido.

Sin embargo, los preceptos sociales pueden generar culpabilidad. El dolor y la falta de libido también pueden conllevar la desaparición de la confianza en uno mismo, la autoestima, el bienestar y el deseo de los demás...

La disminución del deseo también puede afectar a la pareja: el miedo a herir, a cansar al otro, a ser rechazado, a parecer inapropiado. Asumir un rol de cuidador al participar en algunos cuidados, al ver al otro agotado o con dolor puede contribuir a la disminución del deseo.

“Está bien sentir deseo”.
“Está bien no sentir deseo”.

Por tanto, la sexualidad puede crear una zona de desequilibrio en la pareja. ¿Cómo se puede remediar esto?

¿Cómo tener relaciones sexuales cuando se sufre de eczema?

Cuidando la piel

Muchas personas abandonan sus tratamientos. Los reiterados fracasos, el retorno de las crisis, el hecho de recibir demasiados consejos o incluso de emprender iniciativas que acaban interrumpiéndose antes o después sin resultados cierran las puertas a la esperanza de encontrar una solución.

Sin embargo, gracias a un acompañamiento terapéutico global se puede llevar una vida más liviana con el eczema.

Al tener una piel más sana, sentir menos molestias y dormir mejor, aumentamos nuestra autoestima y recuperamos las ganas de compartir momentos de intimidad.

Adaptando su rutina diaria

Hay que usar de preferencia ropa interior y sábanas de algodón, y lavarse con agua o usando aceites limpiadores sin jabón adaptados a la piel atópica. Además, después de mantener relaciones conviene ducharse con agua fría para calmar la quemazón y volver a aplicarse sus cuidados.

Los dermocorticoides de intensidad moderada pueden aplicarse en la zona genital.

Eligiendo el anticonceptivo adecuado

Algunas mujeres notan el impacto de los anticonceptivos en su piel. Por eso, es esencial hablar del tema con su matrona, ginecólogo o médico de cabecera para dar con el anticonceptivo que más nos convenga. Debemos saber que no estamos solos en esto y que se han creado soluciones para ayudar a las personas con problemas de piel.

Utilizar un gel íntimo también puede facilitar las relaciones, así que no hay que dudar en pedir consejo a su farmacéutico para encontrar productos que respeten nuestra intimidad y nuestra piel.

Comunicando sus necesidades a los demás

Mantener una comunicación abierta con nuestra pareja nos permite explicar nuestras dificultades. En particular, indicar que el eczema no es contagioso, que la sudoración puede empeorar las lesiones y que resulta doloroso, que algunas fricciones resultan insoportables...

Aprender a decir no, a poner límites... Todo se entiende más fácilmente con explicaciones sinceras y abriéndose al otro.

El dolor puede provocar mecanismos de defensa del organismo (como la vulvodinia en las mujeres o la impotencia). Como en el caso del eczema, sus causas pueden ser multifactoriales. Sin embargo, estos dolores, ya sean de carácter sexual o corporal, pueden aliviarse con un tratamiento adecuado.

A veces nos podemos sentir solos, o miedo a perder al otro si no lo satisfacemos... Esta es pues la ocasión para verbalizar su propia experiencia y para escuchar la experiencia del otro. A continuación podremos optar por aceptar que las cosas son así por el momento, o por crear una nueva sexualidad que satisfaga nuestras necesidades y reviva este pilar de plenitud.

Creando conjuntamente una nueva sexualidad

En el inconsciente colectivo, la sexualidad es sinónimo de penetración. Sin embargo, hay muchas otras prácticas que constituyen la sexualidad, la cual es única para cada persona.

La relajación puede ayudar a aliviar el picor, a destensar el cuerpo en su conjunto y a reconectar con la otra persona. Concentrarse en las zonas sanas o que producen placer puede ser una forma de orientar las caricias y crear complicidad con el otro.

Hay que disociar el amor de la sexualidad: no sentir deseo no significa que ya no haya amor. Puede haber respeto, ternura, afecto, apoyo, intercambio, complicidad...

Acudiendo a un terapeuta

Puede que queramos recuperar el deseo, pero no sepamos cómo hacerlo. Algunos terapeutas, como los sexólogos o incluso los dermatólogos, pueden ayudarnos. Su objetivo es proponer cuidados que nos alivien y dejar que nos expresemos sobre lo que nos pesa. También pueden diagnosticar trastornos como la vulvodinia y orientarnos a sesiones de fisioterapia adaptada para aliviar el dolor y reducir la aprensión.

A veces el eczema o el dolor pueden ser también un mecanismo de defensa para evitar el sexo o el contacto con otra persona.

Las terapias cognitivo-conductuales pueden ayudar a comprender los mecanismos psicológicos asociados a la enfermedad.

“Los momentos de bienestar son aliados para reducir el impacto psicológico del eczema”.

Camille Vorain, paciente-experta

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